miércoles, 4 de noviembre de 2015

Un sentimiento, no se elige.

Recuerdo como si fuese ayer, estando en mi casa a la edad de 11 años un domingo cualquiera del año 2004, por pura casualidad encendí el televisor y pude ver la carrera de motos que hacían por entonces en TVE, en ese tiempo yo aún no era un aficionado ya que en mi casa no veíamos las motos, pero algo dentro de mí se encendió cuando pude ver el número 46 tatuado en una de las motos. Había escuchado hablar de Valentino Rossi, pero hasta entonces, pocas eran las veces que lo había visto rodar en pista, ese día y gracias a ese loco italiano, empezó una pasión.

Pasaron los años, y la pasión se fue convirtiendo en obsesión (sana). Me repasé (gracias a internet) toda la trayectoria del doctor, desde sus inicios hasta los documentales más personales. Era mi ídolo, lo sabia todo de él, decoraba la carpeta del instituto con sus pegatinas, también mi scooter, tenia sus camisetas, gorras e incluso me había leído su autobiografía y su cómic. Pero todo eso, no era nada en comparación a lo que me hacía sentir los domingos en las carreras. He llorado de emoción, he saltado de alegría, he sido muy feliz de verle ganar cada carrera que ha ganado, aunque también he sabido conformarme con puestos más malos reconociendo el valor que tiene un piloto al subirse a una moto, y dar un espectáculo como lo hace Rossi. Soy de los que ha estado también en los momentos malos; ver como el sueño Ducati nos daba alguna que otra pena y sobretodo de los que sufrió y nunca podrá olvidar el fatídico día en el que Marco Simoncelli perdió la vida.

Siguen pasando los años, ahora tengo 23, muchas cosas han cambiado, ha llovido mucho desde entonces, pero hay algo que sigue intacto dentro de mí, mi sentimiento Rossista. Este año 2015 ha sido un año de experiencias increíbles, hemos vuelto a soñar con un titulo mundial, ni más ni menos que con el 10º. Valentino ya no es el chaval jovencito que prometía ser: “el Dios del motociclismo que ha llegado a ser”, sino que ahora es el señor que pese a la edad, hace frente a nuevas oleadas de talento, y eso para mí le da un valor mucho más importante que todo lo que ha hecho hasta ahora. Porque lo tiene todo para dejarlo y encima en lo más alto, pero no, Rossi quiere más. ¿Sabes porque? Porque siente el rugir de su Yamaha en su mismo corazón, y no hay nada que se pueda comparar a eso.

Es verdad que venimos de unos acontecimientos feos, muy poco habituales en este bonito deporte, y en esta reflexión no voy a comentarlos, ya que creo que están más que explicados y cada persona tendrá su opinión (quien quiera saber la mía la puede encontrar en mi Facebook). Pero yo sigo creyendo en este deporte, y pese a esta mala situación que estamos atravesando TODOS los aficionados de MotoGP, sé que vamos a superarlo y vamos a ir a mejor, pues si de algo puede presumirse en las motos, es el buen rollo entre aficionados, así que no convirtamos este deporte en algo sucio.

En definitiva y para terminar ya, creo firmemente que Valentino puede ganar el mundial, es difícil lo sé, pero estamos hablando de Rossi, leyenda viva y Dios del motociclismo. Así que como cada domingo de motos, mi gorra amarilla, mi corazón a mil por hora, y mis puños apretados estarán apoyando al 100% a mi ídolo, ese que me hizo, me hace y me hará soñar.

Para terminar, sólo quiero responder a titulo personal, la pregunta que aparece en la portada del libro de su autobiografía.

“Valentino Rossi: ¿Y si nunca lo hubiese intentado?”.

“Carles Vila: Pues que nos hubiésemos perdido al verdadero Dios de las dos ruedas, así que Muchas gracias por intentarlo y por superarte cada vez más.”


Gracias Valentino, la 10º nos espera!




No hay comentarios:

Publicar un comentario